El diagnóstico y tratamiento de enfermedades sean virales o infecciosas, puede ayudarnos a evitar consecuencias graves que afecten nuestra salud y con ello, nuestra calidad de vida. Hacer ejercicio, descansar y alimentarse adecuadamente son algunas de las recomendaciones generales de los especialistas de la salud para sentirnos bien; sin embargo, también es importante apoyarse de profesionales certificados para acceder a un diagnóstico oportuno y al mejor tratamiento conforme a cada caso.
Una manera de cuidarnos es prestar atención a nuestro cuerpo, pues éste suele “mandar señales” cuando no almacenamos o aprovechamos adecuadamente la energía de los alimentos. También es clave mantener en buen estado nuestros riñones e hígado, ya que son los órganos encargados de eliminar las toxinas de la sangre.
Éste último cumple más de 500 funciones vitales para nuestro cuerpo, con lo cual es esencial en la prevención de enfermedades que debilitan nuestro sistema inmune, tal como la hepatitis, una enfermedad vírica que ha causado más muertes que el VIH alrededor del mundo y para la que sólo 20% de la población infectada ha sido diagnosticada correctamente o ha podido acceder a un tratamiento.
Con el objetivo de eliminar la hepatitis a través de la detección y tratamiento oportuno de los pacientes afectados, hace 10 años la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al 28 de julio como el Día Mundial contra la Hepatitis, a fin de impulsar todas las estrategias e iniciativas que contribuyan con esta lucha.
Además de la vacunación infantil de rutina, dar a conocer más de esta enfermedad es una de las iniciativas para prevenir su transmisión a nivel global. De esta forma Doctoralia, la plataforma que conecta a profesionales de la salud con pacientes comparte algunos datos claves sobre este padecimiento.
- Tipología. Investigadores y científicos en el mundo han identificado cinco virus de la hepatitis, clasificados de las letras “A” a la “E”. Se distinguen principalmente por las formas de contagio, por ejemplo, mientras que los tipos A y E son causados por el consumo de agua o alimentos contaminados, los tipos B y C son principalmente, por exposición a la sangre, líquidos corporales infecciosos o instrumental médico comprometido, como las jeringas. El tipo D solo es posible contraerlo si se tiene el B, así como mediante la sangre y por vía sexual.
- Sintomatología. Si bien los pacientes con hepatitis suelen presentar fiebre, náuseas, vómitos, dolor abdominal, erupciones cutáneas, pérdida de apetito e ictericia, la enfermedad que causa inflamación del hígado no siempre es detectada a tiempo, ya que en ocasiones los síntomas aparecen hasta que el daño al órgano es muy severo.
- Cómo comprobar daños en el hígado. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) estima que 57% de los casos de cirrosis hepática y 78% de los de cáncer primario de hígado son derivados de infecciones por los virus de la hepatitis. Además de los análisis de sangre, las pruebas de imagen o de función hepática pueden ayudarnos a conocer el estado de salud de nuestro hígado.
- Tratamiento. Para la hepatitis B, el tipo más común, actualmente existen medicamentos antivirales que pueden ayudar a controlar el virus, sin embargo, es importante consultar a un especialista que pueda dar seguimiento al padecimiento, ya que éste puede progresar y llegar a ser un tratamiento largo.
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